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EL CONOCIMIENTO COMPARTIDO A MENUDO CAMBIA CON EL PASO DEL TIEMPO. ¿DISMINUYE ESTE HECHO NUESTRA CONFIANZA EN EL CONOCIMIENTO COMPARTIDO ACTUAL?

Foto del escritor: Matías de Dompablo AguayoMatías de Dompablo Aguayo

Ensayo en Teoría del Conocimiento que responde a la pregunta del título prescrito para la convocatoria del Programa del Bachillerato Internacional de Noviembre 2019


Autor

Matías de Dompablo

Estudiante del Bachillerato Internacional

I.E. FAP José Quiñones

Director Académico

Wilson Ortiz


 

Año 64 d.C., Roma ardía en llamas. La escena más recordada de este hecho durante varios siglos es la descrita por Tácito en donde Nerón, en ese entonces emperador de Roma, observaba desde su escenario doméstico cómo la ciudad ardía en llamas mientras tocaba la lira y cantaba. Esta versión de la historia fue considerada como un hecho verdadero durante varios siglos, sin embargo, no es cierta y no lo afirmo yo, sino diversos historiadores como Gerhard Baudy de la universidad de Constanza (Universität Konstanz) en el año 2001. Tácito contaba con tan solo 8 años de vida cuando vivenció el incendio, por ende, no resulta difícil darse cuenta que tanto su memoria como su comprensión del acontecimiento, durante el mismo, son reducidas y pueden jugarle en contra.


Además, Nerón se encontraba en su residencia veraniega en Anzio, a aproximadamente 60 km de distancia, es decir, un trayecto de alrededor de dos horas y cuarto a caballo. Físicamente era imposible que Nerón se encontrase en el Palatino tocando la lira mientras observaba el incendio, lo que termina por desacreditar la versión de Tácito. Sin embargo, dicho historiador narró también la historia de Roma en su libro “Los Anales” (Annales) ¿debemos descalificar el resto de su producción histórica por la imprecisión observada en la narración del incendio de Roma? Ambas situaciones generan inestabilidad en el lector acucioso ¿En qué medida la confianza es el resultado de la estabilidad del conocimiento compartido? ¿Todo conocimiento compartido cambia con el paso del tiempo? ¿En qué medida el cambio condiciona la credibilidad del nuevo conocimiento que reemplaza al anterior?


El propósito de este ensayo es responder a la pregunta planteada en el titulo prescrito, en dos áreas: Ciencias Naturales e Historia.


El conocimiento compartido es el resultado de la sistematización del conocimiento observable en más de un sujeto de conocimiento, en otras palabras, son afirmaciones de las cuales más de una persona maneja información. Y es, precisamente, cuando un conocimiento compartido se muestra más sólido, ya sea por la cantidad de personas que lo poseen, por la cantidad y calidad de fuentes que lo respalden y por el tiempo durante el cual se ha mantenido vigente, que se deposita una mayor confianza en el mismo, por ejemplo, la mecánica clásica en las ciencias naturales la cual cumple con todos estos requisitos.


Sin embargo, esto puede provocar actitudes de extrema confianza, lo que juega en contra del sujeto de conocimiento que lo asimile, ya que, al margen del tiempo, en las Ciencias Naturales el conocimiento tiende a volverse más exacto lo que presupone cambio. Si nos aferráramos a lo que sabemos en nombre de la estabilidad terminaríamos defendiendo especulaciones, mentiras o falacias; es decir, no hay cómo predecir que un conocimiento que se asume como verdadero en un momento determinado mantenga dicho estatus por un tiempo indefinido.


Tal es el caso de la respuesta popularmente conocida a la siguiente pregunta: ¿cuál es el planeta más cercano a la Tierra? La respuesta inicial a esta incógnita es Venus como el planeta más cercano a la Tierra, basándose esta afirmación en una deducción, la cual a su vez se encuentra basada en un cierto tipo de lógica. Sin embargo, varios años después, cuando esta lógica fue acompañada de sistemas matematizados, quedó demostrado, debido a las investigaciones realizadas por el experto en estadística, Oliver Hawkins para el programa “More or less” de la BBC, que en realidad el planeta más cercano a la Tierra, durante el 46% del tiempo en los últimos 50 años, fue Mercurio; seguido de Venus (36%) y finalmente Marte (18%).


En consecuencia, se confirma la afirmación inicial con el último ejemplo, quedando en evidencia una falacia de apelación a la ignorancia, corregida gracias al aporte de la estadística y la lógica matematizada. Frente a ello, el sujeto común y corriente ve en estos cambios un motivo para desconfiar, mientras el científico desarrolla mayor confianza, debido a que el cambio desde su perspectiva es equivalente a exactitud. Lo anterior no significa que el hombre común no pueda desarrollar, en relación a las ciencias naturales, una actitud científica; pero para ello debe comprender cómo operan estas, qué papel juega el método científico y el peso de la evidencia como un contrapeso a los postulados teóricos[1].


Aun cuando sea un tanto pretencioso, es posible afirmar que no todo el conocimiento compartido cambia[2] , habrá ocasiones en las que este resulte siendo una verdad irremplazable con el paso del tiempo, como es el caso de la tercera ley de Newton. Pero lo anterior debe aclararse un poco más, la mecánica clásica se ha ido delimitando con el paso del tiempo, la confianza en tales conocimientos se ha logrado en la medida que estos se han hecho más precisos, es decir, en la medida que se ha encontrado espacios físicos en los que las leyes de Newton no se aplican se ha logrado calibrar con mejor criterio su uso como respaldo para explicaciones más complejas, en tal sentido la confianza es directamente proporcional a la exactitud que se logra en la aplicación de determinados conocimientos.


No obstante, para el conocimiento que si cambia con el paso del tiempo se presenta una complicación: ¿En qué medida el cambio condiciona la credibilidad del nuevo conocimiento que reemplaza al anterior, asumiendo credibilidad como confianza?


Para el año 1909 el ADN ya se encontraba identificado químicamente, sin embargo, su estructura no estaba bien definida. Es debido a esto que, en el año 1910, Phoebus Levene, propuso que la unión entre las bases del ADN se producía a través de la estructura azúcar – fosfato, en la que hablaba de iguales cantidades de cuatro bases, formando un tetra nucleótido. Este modelo fue el predominante hasta inicios de la década del 50’, es decir, se asumió como confiable hasta que el 8 de abril de 1953, tras 3 años de investigaciones a cargo de Rosalind Franklin del King’s College de Londres y Maurice Wilkins; Lawrence Bragg anunció en la conferencia de Solvay de Química la estructura de doble hélice del ADN, estructura que es el resultado de las investigaciones y experimentaciones de Watson y Crick, anulando así la confianza depositada en lo propuesto por Levene. Sin embargo, el fortalecimiento pleno de la confianza en el nuevo conocimiento entra en crisis frente a las recientes investigaciones realizadas en la Universidad de Cambridge, en donde participó el respetable y conocido químico inglés nacido en la India, Shankar Balasubramanian, que han demostrado la existencia de casos en donde células cancerígenas contienen cuatro hélices o hebras[3] .


Es evidente que el establecimiento de un conocimiento confiable no es garantía de no cambio, pues este conocimiento confiable puede, a la luz del tiempo convertirse en una incógnita a ser despejada, una explicación que puede variar con el paso del tiempo, tal como pasó con la estructura del ADN. En un caso como este, en donde la explicación popular y científicamente aceptada cambia con frecuencia, es natural, dependiendo de la naturaleza formativa del sujeto, desconfiar en primera instancia de la explicación que reemplaza a la anterior. No obstante, debido a que en el ámbito de la ciencia cambio es equivalente a exactitud, el cambio proporciona una mayor confianza en el conocimiento actual, debido a que despeja más dudas y delimita mejor su campo de aplicación, contrariando así lo que se sostiene como respuesta a la pregunta del titulo prescrito.


En el caso de la historia, a la luz del tiempo también resulta innegable el perfeccionamiento de la técnica para producir conocimiento, el método hermenéutico o analítico, por citar solo dos ejemplos, regulan y condicionan la confianza que se deposita en esta área, lo anterior no significa que no se tomen licencias, pero estas no están bajo la responsabilidad del historiador sino del sujeto que funge de historiador desde perspectivas no profesionales, se ha notado que en la historia estas licencias son más comunes, por lo que la confianza tiende a diluirse. Ejemplos, la infinidad de “historias” que se tejen en torno a personajes históricos que mezclan la exactitud con la ficción, como Julio Cesar o Atahualpa.


Queda claro que para confiar en un conocimiento establecido hace falta considerar aspectos que van más allá de la variable “cantidad de sujetos”; hace falta considerar y analizar la variable “tiempo”, ya que no todo conocimiento mantendrá el status de verdadero durante un tiempo indefinido, debido a los avances en las distintas áreas que nos permiten hallar nuevas respuestas a las incógnitas previas.


En conclusión, el cambio condiciona la credibilidad y confianza de una manera positiva, dentro del área de las ciencias naturales, ya que cambio es igual a exactitud, por ende, el cambio en la ciencia es lo que más confianza debe inspirar; contrariando así el sentido original de este ensayo, haciendo la salvedad de que existe una diferencia central entre el sujeto que domina la ciencia y aquel que solo la consume.


Sin embargo, tal como se afirma en el título prescrito: el conocimiento sí cambia; y es precisamente el cambio el que condiciona la confianza que se deposita en el conocimiento actual. Si bien, dentro del marco científico el cambio actúa de manera contraria, incrementando la confianza, cabe señalar que en la historia el rigor en la producción de conocimiento tiende a relajarse y ello tiene impacto en la confianza, pero en esta área también se aplica la diferencia entre hombre especializado y no especializado. Por ende, fuera de la comunidad científica el cambio disminuye nuestra confianza en el conocimiento actual, esto sin ser una condición negativa en primera instancia, tal como ya se ha explicado.



Número de palabras: 1594



 

[1] Sin embargo, no necesariamente todo conocimiento compartido cambia con el paso del tiempo, esto debido a que desde un inicio el hecho en cuestión es verdadero. Tal es el ejemplo de Newton proponiendo su tercera ley sobre la mecánica, también conocida como la ley de Acción y Reacción en la cual se establece que cuando un cuerpo A ejerce una fuerza sobre un cuerpo B, la fuerza ejercida sobre el cuerpo A por B es la misma en una dirección contraria. Este principio de la mecánica no ha sido refutado, debido a que es una ley física con respaldo empírico, desde el año en el que Newton la publicó en su obra titulada Philosophiae Naturalis Principia Mathematica en el año 1687.


[2] Empero, con esta afirmación no se pretende contradecir la afirmación hecha sobre el ejemplo del Planeta más cercano a la Tierra: se debe cuestionar a profundidad un hecho antes de asimilarlo como conocimiento aceptado.


[3] Estos resultados, publicados en la revista Nature Chemistry el 20 de enero del 2013, revelan que lo propuesto por Watson y Crick no es absoluto, ya que la G – quadruplex (célula con cuatro hélices) se encuentra presente en humanos, y no solo en laboratorios.



 

Referencias Bibliográficas


  1. A. A. (2014). De la doble hélice. Cuaderno de Cultura científica. Recuperado de: https://culturacientifica.com/2014/01/21/de-la-doble-helice/ . [Consultado el 12 de julio del 2019].

  2. Baudy, G. (2001). Yo digo que Nerón no quemó Roma. El Mundo. Recuperado de: https://www.elmundo.es/cronica/2001/322/1008590928.html . [Consultado el 25 de julio del 2019].

  3. BBC News Mundo. (2019). Cuál es el planeta más cercano a la tierra. BBC. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-46911045 . [Consultado el 3 de junio del 2019].

  4. Marquina, J. E. & Ridaura, R. & Álvarez J. L. & Marquina, V. & Gómez R. (1996). Philosophiae Naturalis Principia Mathematica: consideraciones en torno a su estructura matemática. Revista Mexicana de Física. Recuperado de: https://rmf.smf.mx/pdf/rmf/42/6/42_6_1051.pdf . [Consultado el 17 de mayo del 2019].

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