Te tuvimos, pero no te cuidamos. Nos fuiste revelada, pero nosotros te ocultamos. Nos fuiste regalada, pero te despreciamos.

Vemos en nuestra sociedad un desbalance, una desproporción entre verdad y percepción. Un desequilibrio escandaloso entre lo que es y lo que se desea que sea.
Vivimos en el jardín de los sentimientos, bajo la tiranía de la percepción, donde la duda salta por sí misma, incapaz de contenerse un segundo más: ¿dónde quedó la razón?
¿Acaso se esconde entre los montes, donde Zarathustra se fue a meditar? ¿Es que ha huido despavorida por la persecución de los tiranos? ¿o un cancerbero la guarda bajo su sombra, celoso de compartirla con el mundo, temeroso de que la dañen?
¿Ha vuelto a los libros, su refugio, a recobrar fuerzas para la lucha? ¿qué hojas son estas? ¿en dónde puedo encontrarla?
La necesitamos, tú y yo, porque es nuestra arma para la batalla. La conocemos porque es única y en algún momento fue parte de nosotros. La anhelamos porque es el fin a los sinsentidos y la solución a los conflictos.
Hubo un tiempo en el que fue el culmen del conocimiento y el anhelo de todo hombre. Hubo un tiempo en el que era evidente y nos acompañaba, nos llevaba de la mano en nuestra historia, como un padre lleva a su hijo. Pero también, hubo un tiempo en el que fue atacada y no la defendimos.
¡Qué fácil es reprocharte, razón! ¡Qué fácil es exigir tu presencia aún cuando no hicimos nada por resguardarla!
¿Acaso son los sabios celebres los que te cuidan? ¿son los eruditos sociales los que están curando tus heridas, razón?
¡No, esos son los falsos maestros! ¡Son los que más daño te han hecho! Egos inflados por conciencias vacías y políticos nefastos; demagogos aplaudidos por charlatanes y difundidos por hojas que, a diferencia de la de los libros, no quieren refugiarte.
Nosotros te tuvimos, pero no te cuidamos. Nos fuiste revelada, pero nosotros te ocultamos. Nos fuiste regalada, pero te despreciamos.
¿Será por eso que ya no te veo pasear entre los hombres, como lo solías hacer? Ahora solo encuentro mentirosos y charlatanes, que son los que el rebaño prefiere. Son estos las nuevas estrellas.
¿Es por esto por lo que nos dejaste, razón? ¿Acaso tú también tienes un ego que llenar y nuestra admiración es el aire que infla ese globo?
Yo mismo soy un loco a ojos de los hombres y es por esto que encuentro mi refugio en los libros, porque es donde te encuentro. Pero no soy un loco - ¡No, tan solo soy un melancólico!
Mírame ahora, razón, conversando solo, respondiendo mis propias preguntas. ¡A ti te culpo! porque tu partida ha causado que ya no pueda hablar con los hombres. Me volvió un mudo que grita y a ellos una pared que escucha.
¡Díganme!, ¿quién se llevó la razón y dónde la esconde? ¡Díganme, que quiero traerla de vuelta!
Escrito por Matías de Dompablo Aguayo.
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