Todo lo que sea para pasar el rato es bienvenido, pero aquello que sirve para cosechar el alma debe desecharse.

Valladolid. ¿Vida contemplativa? ¿Amor al conocimiento? ¿Qué son esas cosas que de nada me aportan para rendir en el trabajo? ¿De qué me sirve leer esos libros antiguos si yo lo que quiero es ganar dinero? ¡Cuán inútil es la filosofía! ¡Que poco práctica resulta para la vida cotidiana!
Y es que sí, la filosofía fuera de sí misma es inútil, entendiendo como útil a algo que tiene una finalidad concreta y tangible, a algo que produce utilidad por su uso. A algo que incremente la productividad de un proceso, que genere rendimientos. Si pretendemos usar la filosofía con estos fines y bajo este concepto de utilidad, indudablemente es inútil.
Lo mismo ocurre con otros aspectos y elementos de nuestras vidas. Con todo aquello que no genere una ganancia. Para la sociedad resultan inútiles la literatura y la poesía, pero, contradictoriamente, imprescindibles la farándula y las tendencias en las redes sociales. Ocurre lo mismo con el arte y la música, donde lo moderno y vacío predomina mientras las obras que inspiren a la contemplación son dejadas de lado – de hecho, esto lo escribo mientras escucho a Laguna Pai, banda de reggae con composiciones que invitan a la reflexión.
Todo lo que sea para pasar el rato es bienvenido, pero aquello que sirve para cosechar el alma debe desecharse.
La filosofía no es atractiva para el que no ama el saber porque quienes lo aman no buscan darle un fin utilitarista. El conocimiento se convierte en un medio y un fin en sí mismo. Por tanto, no se debe entender la filosofía como una ciencia en la que el conocimiento es linealmente progresivo. No se parte del escalón cero para llegar al quinto luego de haber superado los escalones intermedios. Es mas bien como un árbol que parte de la semilla que echa raíces y luego se desprenden ramas (preguntas o inquietudes) de las que brotan frutos (conocimiento). Luego que estos caigan, echarán raíces y se repetirá el proceso.
En consecuencia, la filosofía es inútil para quienes desean progresar, acaparar y abarcar únicamente en lo material, lo temporal. Para aquellos que no ven recompensa alguna en perseguir el conocimiento del ser y de lo cognoscible. Pero qué fundamental resulta para los que desean alcanzar el saber, viendo en él una fuente con la que saciar la sed de conocer, hallando un sentido de trascendencia atemporal.
¡Qué linda es la filosofía y cuán vacío estaría sin ella! Una lámpara para llevar luz a los rincones de mi mente que viven a la sombra de la ignorancia; un aliciente para preparar el terreno donde quiero cosechar frutos que toquen consciencias.
Opinión por Matías de Dompablo Aguayo.
E incluso diría que aparentemente inútil, porque una mente muy cultivada con la reflexión sobre la trascendencia permite pensar cuál es el mejor camino para el progreso sin alejarse del bien común.