
[Opinión]
“Ni a huevazos aprendí, mi labor presidencial, ni en el despacho presidencial, del país donde nací. “
“Tener una familia discreta, era raro en mi niñez.”
No muchos días atrás yo prosor, salí a declarar, rehusándome a aceptar las alegaciones de que soy el cabecilla de una organización criminal. Aclarando que los posibles vínculos que pueda tener en los procesos de mis varios familiares son meras conjeturas sin fundamento real.
“Bribón de nacimiento, por dedicarme al vagueo, sacaba diez en manejo de gobierno y once en empoderamiento.”
Después de contar mis cuentos e historias sobre como soy un hombre oriundo y dedicado al trabajo, así como honesto al igual que mi familia, salí decir la siguiente frase -para aclarar- “El pueblo sabe quiénes somos” -ciertamente no soy un imberbe ignorante aprovechador, como se atreven a tildarme-. Tras mi prepotente comunicado, decidí cerrar negando otra vez la posibilidad de ser partícipe de una mafia, porque de ser así “el pueblo hace rato hubiera tomado postura distinta” y me habría sacado.
“¡Campeón en inepcia y descontento! ¿Rey del huevo en el sombrero! ¡Mago haciéndome el bueno! ¡Y en astucia nunca el primero…!”
Si hay algo que reconocer, es que después de un año, es falso decir que no aprendo. Que el prosor no conoce a su gente. ¡Claro que conozco a mi gente! Obviamente si no me quisieran aquí, saldrían a manifestarse -casi con antorchas- como hicieron en la marcha de los Cuatro Suyos, contra el verdadero fraude, del fujimorismo. Pero bueno, la derecha manipuló mis palabras, y convenció a unos revoltosos para que me lancen huevos. ¡Y luego dicen que me la busqué por mis palabras! Huevos a un presidente, ¿en qué mundo? ¿Creen que estos actos falsos de los insurgentes golpistas me van a hacer creer que el pueblo no me quiere? Mi aprobación en las encuestas está aumentando. El pueblo me quiere, y solo los golpistas me calumnian en las redes, ni marchas mueven. Esos huevazos son falsos…
“Con esos actos mezquinos, terminé mi viaje al tranco, tiré el sombrero blanco. Y hoy parado en una esquina en palacio, lloro con el dinero que cogí, los otros niños de allí alcanzaron a decirme su presagio, que yo condené el Palacio, del país donde nací. “
Ni a huevazos aprendí, que no me quieren aquí.
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